Aemilii Testimony /Testimonio de Aemilii

This month we wanted to share with you a little more about ourselves. Please keep reading to learn more about how I, Aemilii, came to know Jesus as my Lord and Savior.

I praise the Lord that He has allowed me to live in communion with Him. Jesus is my treasure and the living water that my drought filled life longs for.

I wasn't born into a Christian family. I grew up in a loving family that encouraged education and valued being open to many different beliefs. Unfortunately, this allowed for some scary things to happen to me as a young child. As a girl, I had night terrors that drove me to scream through my sleep and nothing we did could soothe the terror of going to sleep each night. By the grace of God, my father was no longer a practicing alcoholic and in his Alcoholics Anonymous meetings he learned the Lord’s prayer and taught it to me. When the fear would come, I would whisper this prayer and gently my fear would subside and the dreams stopped. This was my first experience with the true power of God.

Sadly, I didn’t know where exactly this power came from. In high school, I was given the opportunity to observe the love of God and started to put the pieces together. God comforted me in personal ways that could not be explained and drew me close to him by giving me glimpses of the joy only found in Him. However, I still hadn’t heard in my heart the Gospel. No one had told it to me or at least it hadn’t made sense.

Thankfully, the love I had seen and the bits of joy I experienced drove me to pursue becoming part of the church in college. I was looking for purpose and to be honest it was a long journey but finally God called me to commit myself to him and let go of things that I was desperately holding onto. As I tried to hold tight to broken relationships and my studies to give me purpose God called me to repent and trust Him. One night, it felt like this girl was staring at me. With tear filled eyes, her gaze drove me to walk up to her. I told her everything and to my surprise her story echoed my own story of dependence on an unhealthy relationship. But, she had something different than me, joy. That’s when my heart truly understood the Gospel and I accepted and committed my life to the Lord.

God showed me his power, his personal desire to know me and be in my life and hasn’t stopped guiding me today. He is the reason I have joy. I didn’t do anything to be worthy of knowing the Good News yet here I am. I am a child of the One True God. Yet, being born in a country that the Gospel is available only drove me to realize that this is not the norm in the rest of the world. So many are born where the Good News of Jesus hasn’t been shared. These ethnic groups have no way of hearing because no one is there telling it. I give my life to the service of God and his great redemptive story for him to use me in others lives that they may know Him and also be called His children.

Este mes queríamos compartir un poco más sobre nosotros. Sigue leyendo para aprender más acerca de cómo yo, Aemilii, conocí a Jesús como mi Señor y Salvador.

Alabo al Señor porque me ha permitido vivir en comunión con Él. Jesús es mi tesoro y el agua viva que anhela mi sequía.

No nací en una familia cristiana. Crecí en una familia amorosa que fomentó la educación y valoró estar abierto a muchas creencias diferentes. Desafortunadamente, esto permitió que me sucedieran algunas cosas aterradoras cuando era niña. Cuando era niña, tuve pesadillas que me llevaron a gritar mientras dormía y nada de lo que hacíamos podía calmar el terror de ir a dormir cada noche. Por la gracia de Dios, mi padre ya no era un alcohólico y en sus reuniones de Alcohólicos Anónimos aprendí el Padre nuestro y me la enseñó. Cuando llegaba el miedo, susurraba esta oración y suavemente mi miedo disminuia y los sueños se detenían. Esta fue mi primera experiencia con el verdadero poder de Dios.

Lamentablemente, no sabía de dónde provenía exactamente este poder. En la escuela secundaria, tuve la oportunidad de observar el amor de Dios y comencé a armar las piezas. Dios me consoló de maneras personales que no podían explicarse y me acercó a él al darme una idea de la alegría que solo se encontraba en Él. Sin embargo, todavía no había escuchado en mi corazón el Evangelio. Nadie me lo había dicho o al menos no tenía sentido.

Afortunadamente, el amor que había visto y los trozos de alegría que experimenté me llevaron a perseguir ser parte de la iglesia en la universidad. Estaba buscando un propósito y, para ser honesto, fue un largo viaje, pero finalmente Dios me llamó para comprometerme con él y dejar ir las cosas a las que me aferraba desesperadamente. Mientras intentaba aferrarme a las relaciones rotas y mis estudios para darme un propósito, Dios me llamó a arrepentirme y confiar en Él. Una noche, sentí que una chica me estaba mirando. Con los ojos llenos de lágrimas, su mirada me llevó a caminar hacia ella. Le conté todo y, para mi sorpresa, su historia hacía eco de mi propia historia de dependencia de una relación poco saludable. Pero, ella tenía algo diferente a mí, alegría. Fue entonces cuando mi corazón realmente entendió el Evangelio y acepté y entregué mi vida al Señor.

Dios me mostró su poder, su deseo personal de conocerme y estar en mi vida y no ha dejado de guiarme hoy. Él es la razón por la que tengo alegría. No hice nada para ser digna de conocer las Buenas Nuevas, pero aquí estoy. Soy una hija del único Dios verdadero. Sin embargo, haber nacido en un país donde el Evangelio está disponible sólo me llevó a darme cuenta de que esta no es la norma en el resto del mundo. Muchos nacen donde las Buenas Nuevas de Jesús no se han compartido. Estos grupos étnicos no tienen forma de escuchar porque no hay nadie que lo cuente. Doy mi vida al servicio de Dios y su gran historia redentora para que me use en otras vidas para que puedan conocerlo y también ser llamados Sus hijos.